Ayer sábado 16 de junio me mudé del centro de Curridabat a un barrio que se llama Vargas Araya, más cerca de mi trabajo, más pequeño, más silencioso, pero sobre todo, más barato, porque estoy en pleno proceso de construcción de mi casa, un sueño largamente añorado y que a raíz de que conseguí el año pasado la plaza en propiedad, pude tener las condiciones mínimas para un préstamo personal (porque no se vale eso de pedir a alguien que me sirva de fiador y tampoco iba a hacer una hipoteca en época de crisis).
La cosa es que esta mudanza fue planificada, poco a poco fui dejando en adopción temporal muchas de mis cosas y me traje lo que pensé que era mínimo, aunque ahora tengo un poco de cosas que tengo que llevar a la casa de mi mamá, con la esperanza que en tres meses las traslade a mi nuevo hogar, que queda en la misma propiedad que ella, pero con alguna distancia, lo suficiente como para decir que viviremos juntas pero no revueltas.
Para las 8 am llegó el camión de la mudanza y ya estaba prácticamente todo esperando en el garaje, salvo la refrigeradora, la base de la cama, un sofá cama y el carretillo de los licores, que en realidad es como para portar desayunos, pero yo quise darle un uso diferente, más decorativo que otra cosa, porque no me gusta tomar sola, entonces los licores duran y duran y duran hasta que quedando poco contenido, se los regalo a alguien.
Es increíble lo que hace la adrenalina, porque yo siendo dormilona, ese día dormí poco o nada, las semanas previas iba quitando todos los cuadros, los adornos, los libros, todo poco a poco iba acumulándose en cajas que con ayuda de amigas y con un poco de esfuerzo físico, fui dejando, no sin cierta pena, en casa de mis amigas.
Cuando llegamos al depa donde estoy escribiendo esta primer historia, fue la misma historia, los dos familiares que me trasladaron de un lugar a otro no hallaban por donde empezar, así que tocó como asumir el liderazgo, irles diciendo qué cosas bajar, qué cosas se iban donde mi mamá y luego ponerme junto con ellos a cargas cosas y meterlas en el minidepa... en determinado momento me quedé como en neutro y ellos por dicha fueron conscientes y terminaron de meter las cosas... ya eran muchos días durmiendo poco, levantándome temprano para ir al trabajo y además de lo cotidiano, tocaba hacer unas cosas extra, participar en dos cursos que demandaban también tiempo y sacar tiempo para escuchar a algún compañero o compañera contarme alguna historia (esto último merecerá otra historia, que prometo escribir en un momento de inspiración).
Y bueno, mis familiares y yo en esas de cargar cosas y acá un genio hacelo todo (electricista, obrero, fontanero, etc.) terminaba de dar los últimos detalles al depa, aunque el depa estaba contratado desde quince días antes y mi primer batalla de sexos fue decirle que prefería que me instalara primero el closet (armario) modular que la puta luz sensible de la entrada, que necesitaba meter la cama luego de eso. Cuando por fin me hizo caso, literalmente me mandó de paseo porque no quería recibir las instrucciones de como armar mi closet y escuchar sus quejas sobre lo viejo que éste era y que habían mas modernos (a lo cual le dije, en una de tantas, que si me daba el dinero, yo con gusto iba a la ferretería a comprar uno que sí fuera de su gusto).
Terminado de armar el closet, siguió la cama, luego meter la ropa, para descubrir que seguía siendo demasiada, que mucha ya no me queda (he subido de peso más de la cuenta por la ansiedad de la casa, ir implementado los preparativos previos de la casa y el ajetreo de estudio/trabajo), así que terminé saliendo a almorzar fuera, diciéndole a los dueños que quitaran la base de mi cama porque es incómodo eso de subirme a la cama para alcanzar cosas de closet y para resumirles, la dejaron dentro del depa, no les dio el cerebro para sacarla y yo la saqué, no sin mucho costo y aunque intenté que uno de los muchachos me ayudara a cambiarla de sitio, hoy al medio día terminé yo moviéndola nuevamente para que no le cayera lluvia.
Paralelamente trabajé en sacar ropa y zapatos de mi closet, los metí en una bolsa y se irán pronto a casa de mi madre; ya logré instalar bien la lavadora, hice una mesa a punto de unos cubos y ya, como gran logro, me pusieron el internet inalámbrico, que aunque no es la maravilla, me permite escribir esta historia.
He colgado en el depa algunos de los cuadros pequeños que si me quedaron, sin necesidad del martillo que pedí que me dejaran, pero que los señores se llevaron, también instalé mis bolsos, ordené la ropa que me dejé y para más adelante seguirá lograr que los dueños fumiguen contra el comejen (ya fumigué yo contra los insectos), que resuelvan el tema de la fuga debajo del inodoro y me instalen el closet que originalmente había en el cuarto en el baño para poner mis cosas, no hay ni una mesa, ni un lugar para las toallas, nada de nada, ni siquiera un espejo, aunque por dicha yo si tenía uno que obviamente me tocó instalar a mi.
En medio de toda esta vorágine, ayer me llama la arquitecta para decirme que renuncia porque el neandertal del ingeniero la trató muy mal en su segunda visita a la construcción y yo es que ya no sabía que decirle y hoy terminé enviándole un correo para apoyar su decisión y decirle que la lamentaba.
Mañana me tengo que reunir con el Ingeniero porque toca darle el primer pago y le tocará aprender de retahílas, porque más allá de la arquitecta, hay cosas que se tienen que hacer como ella dice, le guste o no, con o sin su presencia y las otras se tienen que hacer como yo digo, porque soy la que pago y la que viviré allí, incluso porque he sido la que he corrido con permisos, préstamo, trámites de nunca acabar y sobre todo, tiene que aprender que las mujeres también tenemos cerebro, servimos más que de adorno y si no cree en la política de equidad de género, peor para él, pero a mi no me tiembla el pulso para cambiar de constructora y recontratar a la arquitecta, porque la vida es así, no se detiene ante nada, no se detiene por mi, no se pone a preguntar si se hace justicia o no, por ende, yo tampoco tendré esa "delicadeza" de quedarme callada por temor a que me deje la construcción tirada.
Bueno por hoy es suficiente, prometo luego contarles las historias de los permisos de construcción y tramitología varia, el proceso de dejar de ser doña Bárbara para ser más humana y todos los esfuerzos que hago para no dejar de ser yo, ser fiel a mi misma, que es lo más importante en esta vida.
¡¡Hasta luego!!
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