lunes, 25 de junio de 2012

La limpieza doméstica

Ya he dicho que eso del oficio doméstico no es lo mío, lo he tenido claro desde siempre, de niña mi madre me ponía a ayudarle en la casa en vacaciones porque decía que vacaciones no era estar de vaga sino cambiar de ambiente y yo, desde que tengo uso de razón, le rehuía al tema y le contestaba: ¡si Dios hubiera querido que yo fuera ama de casa no me hubiera permitido estudiar!

Sigo sin entender cómo mi madre se tragó tal argumentación para evadir mi responsabilidad, pero lo cierto es que no pocas veces me ayudó al librarme de barrer y limpiar, a lo mucho pasaba brillo con el cepillo eléctrico, luego de que mi madre terminara de encerar.

Pues resulta y sucede que tras una diferencia administrativa con mi madre -le grité cuatro cosas a un muchacho que ella contrató porque pese a las advertencias de rigor a él y a mi madre, cometió la animalada de pintar encima de mi ropa interior casi nueva, encima con pintura verde y obvio que cuando yo descubrí la mancha en el sostén que me había costado carísimo, lo reputié y mi madre como resultado me dijo que buscara un sitio donde irme a vivir, porque ella quería paz; yo muy digna le dije: ¡de acuerdo! y en menos de una semana ya había encontrado un depa donde vivir independiente nuevamente; la primera vez había sido en Salamanca -España en el periodo 1998-1999.

Estando instalada en el depa resulta y sucede que tuve que comprar, por primera vez en mi vida, enseres domésticos: platos, cucharas, tenedores, vasos y lo peor, escoba, palo de piso, palita...  y bueno, yo me decía, asuma, no le queda otra y superado el tener que gastar eso y no en ropa de la tienda ZARA (que entonces era mi chifladura), empiezo a notar que como la cocina estaba justo a la entrada; al regreso al depa, luego del trabajo, me recibía la escoba y la pala, no había mas, porque el depa ni cuarto de pilas decente tenía. La cosa es que eso me deprimió mucho, me decía que no podía ser que mis días terminaran así, que había estudiado mucho, que había viajado, que no podía ser que mi vida se circunscribiera a los oficios domésticos, pero luego empecé a ver el vaso medio lleno y decirme: eso no era denigrante, era un tema de autoestima; me había acostumbrado a vivir en ambientes limpios y ordenados -aunque yo fuera desordenada- no podía (ni puedo) vivir de otra forma y eso implica tener que asumir las labores domésticas.

Pasado el tiempo, mi situación económica mejora y me paso a un depa más grande, además ya estaba harta de mi vecino de modales asquerosos, televisión a todo volumen y que como gran gracia, le dio por llevar los sábados a una mujer de origen nicaragüense y como todo se escuchaba de un depa a otro, apenas empezaban las risas y los silencios, yo salía "soplada" rápido para la calle, a fin de tener que escuchar una escena amorosa.

Instalada en el depa grande, de nuevo me tocó el tema de la limpieza, el depa estaba asqueroso cuando lo visité pero aseguraron que lo iban a limpiar para cuando me mudara y yo pasé algunos días limpiando, incluso con la ayuda de la empleada doméstica de una colega que casualmente resultó ser vecina y hoy somos amigas.

La Sra. esta hizo tan bien su trabajo, que decidí contratarla yo también unas horas, pero resulta y sucede que al poco tiempo, empezó a descuidar el oficio, me encontré una bolsa de cera de pisos casi llena en e basurero y se iba antes de tiempo aprovechando que yo me iba y ya le dejaba cancelado su salario, así que de nuevo va Silvita a hacer oficio, no quedaba de otra.

Pasan unas semanas y mi mamá, a través de una amiga suya, se consigue a un tipo, de origen nicaragüense, buenísimo para el oficio doméstico y entonces mis hermanas y yo lo contratamos, una incluso lo contrata para que trabaje en su oficina. Yo estaba maravillada de que fuera un hombre y no una mujer la que se encargada del oficio doméstico, pero resulta que un día, que yo decidí no salir, me dice el tipo que cuando nos tomamos la botella de tequila que tengo en mi carrito de licores... me dio tal nivel de furia por igualado y confianzudo, que le dije: ¡cuándo me case!, ese día decidí prescindir de sus servicios y prescindir de la idea de volver a contratar a alguien que hiciera el oficio por mi.

Con el tiempo este muchacho que le decíamos Floripondio empezó a descuidar su oficio en casa de mis hermanas, a descuidar el de la oficina de una de ellas y se quedó sin trabajo con la familia, la señora empleada de mi vecina, que por cierto, también es de origen nicaragüense, al tiempo decidió dejar de ser honrada y le sustrajo una importante suma de dinero a mi amiga, ésta hizo la prueba con otra cantidad de dinero, hizo lo que agentes judiciales le aconsejaban, la señora sustrajo también la otra cantidad de dinero que de repente apareció y así, comprobado el hecho, se prescindió también de sus servicios, lo cual confirma lo que mi madre decía acerca de tener personal de servicio en la casa.

La cosa es que desde entonces, unas veces con mas o menos ganas, yo no delego en nadie los oficios domésticos, pero ahora que me he mudado a un depa mas pequeño, enfrento de nuevo el mismo conflicto que tenía en el primer depa: me recibe la escoba y la pala, este sitio es demasiado pequeño en comparación a los otros lugares en que he vivido y encima el piso es blanco, así que paso barriendo unas tres veces al día.

Ayer domingo, me dediqué a hacer limpieza exhaustiva y a terminar de vaciar el insecticida, porque ya entendí por qué el casero me dijo que iba a fumigar en estos días... este sitio está (estaba porque yo me he dedicado a fumigar) lleno de cucharas y toda clase de bichos pequeñitos que además de asquerosos, se notan demasiado por ser el piso blanco, entonces el bote de spray que suele durar meses, se ha acabado en menos de una semana y ya tengo planeado comprar el siguiente, que además de cucarachas, mate todo tipo de insectos.

Los días anteriores, viernes y sábado fueron días de la lavada de ropa, la famosa colada, donde me va re mal, casi tan mal como cuando intento cocinar chop suey, pero a brincos y a saltos, decidí no dejarme vencer, utilice ganchos para colgar la ropa y ahorrar espacio y periódicamente estuve revisando que ésta se secara, así que para ayer en la noche tenía casi toda la ropa seca (en Costa Rica se usa más lavadora semi automática que automática), estaba casi todo seco, hoy solamente tenía una minifalda pendiente y como ahora que vine del trabajo ya estaba seca, comencé con la lavada por segunda vez de unas camisetas que necesitan despercudirse (y las uso para las giras de trabajo) y aprovecho para ir lavando la ropa de cama que cambié ayer, pues para este domingo, todo tiene que estar debidamente seco, limpio y ordenado, porque el martes salgo de gira para el sur del país y no quiero que me pase, como esta semana, que vengo cansada de trabajar/viajar y me tengo que poner a hacer labores domésticas adicionales a la de barrer, que de esa no me escapo.

Y bueno, esas son las situaciones, junto con otras de trabajo que poco a poco iré contando, que de nuevo me hacen preguntarme ¿Cómo ser mujer independiente, trabajar fuera de casa, atender las labores domésticas tradicionales y no morir en el intento?


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