Hoy lunes por fin entendí que la equidad de género sí es algo personal para mi y ya no por recuerdos del pasado donde mi padre borracho en las noches llegaba a pegar cuatro gritos a la casa y yo me escondía temerosa debajo de la mesa o me quedaba en mi cuarto pidiéndole a Dios que no le pasara nada a mi madre, que por dicha a esos niveles de agresión no llegó con ella, a mi una sola vez y a la menor una sola vez, pero ya estando grandes, de niñas, al menos que yo recuerde, nunca nos pegó y hasta existieron momentos felices, donde salíamos de paseo.
Pero ya en la actualidad, siendo una mujer de 43 años, veo las cosas casi de la misma manera que cuando era niña, es un tema de dignidad, de defenderse, de proteger mis derechos como ser humano y como mujer.
Esta visión de las cosas es difícil que se entienda, sobre todo en el trabajo, pues sencillamente te acusan de problemática, de que todo te incomoda e incluso algunas veces logran hacerte creer que efectivamente lo sos, pese a que cuando andás de gira te acomodás a los sitios donde dormir, donde comer, no pedís paradas especiales para nada, respetás y te hacés respetar.
Pero bueno, pese a eso, sucede que el año pasado en un pasillo del trabajo me crucé con un chofer, que es bastante patancito y me golpeó fuerte en mi brazo con su brazo y ni siquiera se disculpó, yo pensé que era un hecho aislado, pero ese mismo día me enteré de que a otra compañera de trabajo le pegó cuatro veces de la misma manera y a otra compañera le pegó una. La primera puso la denuncia y más bien salió denunciada (aunque el proceso no quedó en nada), la tercera aceptó negociar y que la cosa quedara en nada.
Yo puse la queja ante la jefa del jefe de este chofer, ya que estaba bastante indignada y la respuesta verbal que tuve de ella en ese entonces fue que a las personas que estábamos interinas y éramos problemáticas nos despedían sutilmente llamando ternas de candidatos/as para que alguien ocupara la plaza en propiedad y que la primer mujer agredida era problemática, que no me prestara para su juego, que ella y su pareja esto y lo de más allá.
En vista de esa situación, yo decidí documentar el hecho mandando un correo al jefe de este chofer y a esa jefa, que pese a ser mujer no se solidarizó con el género; en el correo narré la situación y les indiqué que con eso agotaba la vía administrativa y que en caso de que sucediera nuevamente, no dudaría en acudir a la delegación de la mujer. Además les anexé las leyes que me protegían como mujer y como funcionaria pública, por ende, nunca más me volvió a pegar.
Pero resulta y sucede, que la agresión no tiene que ser física, puede ser psicológica o también emocional, entonces no pude menos que sentirme denigrada cuando en una de mis últimas giras el año pasado, este mismo chofer, que ya me tenía cansada con su comportamiento ruin de siempre y no nos hablábamos, lo asignaron, muy a mi pesar, a una gira precisamente al sur y de camino fue diciéndole cosas a las mujeres que caminaban por la carretera, el olor a humo en el carro era insoportable, si salía para fumar lo hacía a la par de la puerta y el viento metía ese olor dentro del carro, el volumen de la radio excesivo y una serie de situaciones no violentas, pero sutiles que si me hicieron sentir denigrada como mujer, pues aunque tenemos los mismos derechos, en igualdad de circunstancias, no somos iguales a los hombres y era entendible que los otros dos compañeros, hombres, que me acompañaran, no se sintieran de la misma manera.
En ese entonces, decidí quedarme callada, pero al iniciar este año, aún sin planificación de giras, hablé de antemano con mi jefe, expliqué mi posición de no salir más con ese chofer, le comenté que ya otras personas del trabajo se habían quejado y él me dijo en ese entonces que me apoyaría, que entendía mi posición y haría valer mis derechos.
Pues bien, para la próxima semana, primera de Julio, tengo una gira de esa que se considera buena para los choferes, porque son muchos días, es al sur del país, frontera con Panamá, por ende puede uno, después del trabajo, ir a la frontera a comprarse algo; se consiguen sitios cómodos de precio para alojarse y un sin fin de beneficios que por lo general le acomodan a este chofer y a sabiendas de la situación, previo a que comenzaran las salidas hablé con mis compañeros y ahora, que se dio por un hecho que el chofer fue asignado a esta gira, ha comenzado una nueva lucha sutil por hacer valer mis derechos y de paso que quede claro que el personal de apoyo de una institución está al servicio del personal que hace el trabajo sustantivo y no al revés, pues entre todas las opciones que baraja el coordinador de servicios generales, es que yo no vaya la gira, sin importarle la planificación del trabajo e incluso las disposiciones del Jefe, que ya había conversado con este coordinador sobre el tema.
Para ir concretando la historia, porque se hace larga y por ende, ilegible, les cuento que luego de terminada la jornada laboral y de hablar por teléfono con mi mamá y otra amiga bastante ecuánime, entendí que esto de negarme a salir con un chofer en particular, exponiendo razones de peso para ello, SI ES, fue y será un asunto personal, un asunto de respetarme, de quererme como ser humano, de autoestima y por ende de dignidad, siendo todo esto parte de ser mujer y no morir en el intento, así que mañana o en días siguientes, les contaré la segunda parte, confiando en que tenga un feliz desenlace y la siguiente entrada que haga en este blog, sea de un tema más agradable o de mis angustias con las labores domésticas jaja
¡Buenas noches!