Comenté en un post anterior que con mucho esfuerzo me había derrotado y como parte de esa derrota emocional, había decidido irme de la institución donde trabajo y parece que se me va a cumplir, estamos a espera de un convenio que me permitirá trasladarme en calidad de préstamo a otro sitio en la administración pública donde tendré, espero, la oportunidad de un nuevo comienzo, de aprender de los errores y aciertos que he tenido en la actual y sobre todo, de crecer como profesional.
Por una parte me invade una sensación de felicidad, de que iré a una temática de la que no conozco mucho pero que me gusta, que iré a una institución donde el trabajo sí está más ordenado y tienen un norte claro, pero por otro, (siempre hay un pero), me invade la nostalgia de tantos años al lado de gente linda, que es mucha, que entienden por qué me traslado, pero que también sufrirán mi ausencia, pues ya somos muchos los compañeros los que nos estamos cambiando de trabajo, algunos por terna y otros, como yo, vía convenio interinstitucional.
Nunca he sido buena para los cambios, los he odiado desde que tengo uso de razón, pero esta vez es un cambio provocado, un cambio que gracias a Dios, las autoridades de esta institución han apoyado y aunque inicialmente es hasta que se acabe la administración, tengo la fe de que sea permanente, me esforzaré en que así sea.
Quizá la decisión parezca muy radical, pero yo sé que di lo mejor de mi siempre, que fui a veces más allá del deber y que tuve pequeños logros, como un folleto institucional, y una reorientación del Plan de Trabajo del Departamento, sólo que estos cambios tenían que ser secundados de acciones más concretas y no ha sido así, las acciones no tuvieron ni tienen continuidad y los avances en temas de información, no lograron hacerse tan sólidos como para que no fueran reversibles y recientemente, se ha vuelto al discurso tradicional, que corresponde a una institución que no somos nosotros y que no representa lo que de verdad somos...sí es que se tiene claro de qué es lo que somos.
Por otra parte, será difícil acostumbrarme de nuevo a la formalidad de las cosas, a vestir de manera formal y no con los tradicionales "legins," blusones y mocasines, a andar maquillada de lunes a viernes y en tacones, en fin, como diría Serrat, a andar arregladita como para ir de boda, pero es parte de crecer, es parte del cambio y es parte de recuperarme a mi misma, porque a medida que he caído en la inercia de la institución actual, fui despreocupándome por la presentación personal, aumenté de peso y me dediqué a sobrevivir, aprovechando los fines de semana para invernar y fui convirtiéndome en una abuelita completa, pese a que no siquiera tengo hijos, así que es momento de rescatarme y volver a ser la Silvia extrovertida, incansable y pata de perro que he sido siempre.
Todavía no hay una fecha precisa para el cambio, pero todo indica que sucederá antes del 13 de octubre, así que esperemos que para el 12, que se celebra el descubrimiento del nuevo mundo por parte de España, yo pueda descubrir también otro mundo a nivel profesional...ahí les iré contando.
martes, 1 de octubre de 2013
lunes, 19 de agosto de 2013
Aprender a derrotarse
La vida me ha enseñado (y es una lección que me ha costado aprender), que es importante saber cuando darse por vencido, aprender a derrotarse, tener, como diría San Martín de Porres, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar... pues aunque por convicción personal y formación familiar, soy de las que prefieren morir con las botas puestas y no arrugarse con facilidad, hay momentos donde no tiene sentido seguir en la lucha y lo mas sano, a nivel emocional, es retirarse de la batalla.
Tras cinco años como funcionaria pública y casi dos años previos de ser consultora, estoy trabajando en una institución que se dedica, entre otras cosas a informar y supervisar un tema del área social y pese a que existe un Manual Organizativo que debería regir el accionar de toda la institución, resulta que algunos de los procedimientos para informar que son casi que al margen de las competencias de la institución y los informes de supervisión que se hacen, se engavetan. Del otro lado de la acera, otro departamento debe planificar para que otra institución haga esas acciones sociales, pero tampoco hacen caso, el trabajo se hace por la libre, sin determinar sí efectivamente van dirigidas a quien lo necesitan.
Son muchas las situaciones similares que han pasado, todos los esfuerzos por hacer protocolos de trabajo, por organizar la institución y los departamentos, es en vano, hay excesos de poder por la Administrativa y como yo he alzado la voz, lo que hacen es no darme cursos o decir que yo soy la mala de la película, así que poco a poco lo que van consiguiendo es que yo me canse de luchar y vaya asumiendo una actitud "vale verguista", de hecho mi jefe me dice que mejor me quede callada, que no diga nada, que eso me beneficia más que luchar por lo que yo creo y por lo que debería ser la razón de existir de las instituciones públicas, el beneficio colectivo, y obvio que lo hacen para no tener que reconocer lo podrido que está la administración pública, pues creen que una no tiene ni dos dedos de frente.
Precisamente por este cambio de actitud que voy teniendo, pedí vacaciones mañana martes 20 de agosto, así ocupo mi tiempo en un asunto familiar y evito asistir a un focous group de clima organizacional, que sustituye otro que había hecho recursos humanos, que a su vez se asemejaba a los cuestionarios que pasa otro departamento. La chica que hace este nuevo estudio, además de pertenecer ahora a la parte Administrativa, carece de experiencia en recursos humanos propiamente, como para hacer un estudio de clima organizacional y en su momento, pasó por las penurias que pasamos los técnicos acá, pero aunque haga un muy buen trabajo, pese a su no objetividad, su jefa tendrá que revisar el informe y le aseguro que al final, todo quedará en nada.
El doble discurso que manejan las altas autoridades es increíble, incluso tratando de ser objetiva, creo que lo hacen porque no les queda de otra dada su investidura, pero es demasiado difícil para mí escuchar en silencio a las autoridades decir que la institución va muy bien porque colocamos determinada cantidad de ayudas sociales y porque a prensa nos trata bien… o bien tener las eternas discusiones con un compañero de otra Dirección, cuando me cuenta indignado que en la publicidad sobre todas las amas de casa jefas de hogar, que reciben una ayuda “digna” gracias al excelente trabajo de la administración Chinchilla y que luego sale el logo de la institución que teóricamente supervisamos… él no entiende por qué a mí me parece eso un acto mínimo de sensatez, no entiende que de esa manera las flores o las espinas, según corresponda, las asume quien es por ley responsable de esa ejecución…
Tomando en cuenta todo esto, pero sin perder la perspectiva que los males que aquejan mi institución, no son únicos e incluso pueden ser peores en la administración pública nacional, he expresado mi deseo de trasladarme de institución, porque no se trata de no dar la lucha, es que cuando una sabe que las luchas son inútiles, que nada de lo que hagás logrará un cambio en el sistema, cuando ya es ir más allá de tus propias convicciones, es momento de aceptar la derrota y buscar nuevos horizontes que acaben con mi frustración y eviten que me conviertan en la típica empleada pública, que solamente hace lo que se le ordena y es incapaz de ver más allá de sus narices... ese deseo parece que está a punto de materializarse y mientras tanto, espero poder mantener la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, porque de lo contrario, voy a morir en el intento de cambiarlas y no tiene sentido morir para que otros vivan.
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