Mi sueño desde niña nunca fue un marido, eventualmente me veía sola, con dos hijas, en una casa pequeña al fondo de la propiedad donde crecí y que gracias a mi mamá, aún conservamos y aunque nos heredó en vida, para efectos prácticos sigue siendo de ella, algo que me parece totalmente justo.
Y bien, una vez obtenida la plaza en propiedad en mi actual trabajo en una institución de gobierno, el siguiente paso, sin pensarlo demasiado, era hacerme de una casa, en vista que ya tengo más de cuarenta años y hace 4 que había salido del nido materno, era momento de dejar de gastar el dinero en alquileres y pensar seriamente en tener algo para mi vejez.
Lo de las hijas, bueno, eso si no lo logré, tampoco me esforcé nunca en obtenerlo, pues siempre tuve prioridades de estudio, viajes, trabajo, nunca quise (ni quiero) que nadie ni nada me corte las alas; en la medida de lo posible trato de vivir libre y creo en la libertad, sobre todo en la de elección.
Pero volviendo al tema de la casa, empecé a reducir los gastos superfluos, pagar tarjetas y juntando aguinaldo más salario escolar, empecé el periplo por las instituciones de gobierno para los trámites pertinentes y también en una entidad financiera para que me prestaran algo de dinero, plenamente consciente que no iba a ser demasiado y por ende, mi casa no quedaría del todo terminada.
Al cabo de unos cuantos meses, logro por fin concretar el tema de un constructor, una arquitecta y que la empresa a la que le compré el material de la casa lleve el material, sólo que lejos de empezar a ser la materialización de un sueño, se ha convertido en una pesadilla que espero acabar pronto, pues al poco tiempo de comenzar, empezaron mis dudas sobre el trabajo del constructor que también es ingeniero, luego a la segunda inspección de la arquitecta el constructor la trató mal y esta decidió renunciar a la obra, por lo que no me quedó opción de aceptar que el constructor también fuera el ingeniero, ya que tenía prisa por terminar mi casa y no quería molestar a dos amigos ingenieros, pues uno ya se había esquineado y el otro pues siempre anda como muy en el aire, él no se compra broncas y tampoco se trataba de dejar hacer dejar pasar.
De esta forma empezó a avanzar relativamente rápido la construcción, tomando en cuenta además que el sistema constructivo elegido ayudaba para ello, pero a medida que pasaban las semanas, el ingeniero empezó a presionar con darle mas dinero, sin tener a cambio comprobantes que ameritaran esos gastos y el presupuesto se iba esfumando, por lo que decidí empezar a pedir cuentas y a medida que empecé a hacerlo y a asumir el control de mi proyecto de vida, comenzaron los problemas, que han terminado en que -lo admito- precipitadamente despidiera al ingeniero y ahora tenga que resolver todos los temas legales con respecto al dinero girado versus avance de la construcción y de la sustitución en el colegio profesional que los regula.
Mañana teóricamente el ingeniero va a llevarme todos los comprobantes que necesito, yo le pido a Dios, de rodillas, que por favor incluya el recibo de la última cantidad de dinero que le giré, porque precisamente por el tipo de presión que llevaba y que me presionaba para las entregas de dinero, fui la semana pasada a dejarle el dinero pendiente y no tuve la malicia indígena de pedirle ahí mismo el recibo y tampoco la tuve cuando lo despedí, pues debí primero pedirle el recibo, pero espero que como siempre ha ocurrido en mi vida, los ángeles que mi madre ha puesto siempre en mi camino y que me han ayudado desde siempre, hagan su trabajo y yo a cambio, me obligaré, si o si, a volver a mi programa de manejo de emociones a terminarlo, porque de terca lo he dejado a mitad de camino y definitivamente el asumir sola y siendo mujer (por lo machista del gremio) la construcción de mi casa, es una tarea que no pocas amistades han tildado de titánica y ya siento que no puedo sola, que necesito ese apoyo grupal que dan los programas de doce pasos.
Por otra parte, he caído en cuenta que si quiero algún día ser jefa, debo asumir niveles mayores de tolerancia de los que ya he logrado (nací casi que con 0 nivel de tolerancia) y aprender a decir las cosas de manera más asertiva, eso si, confiando también en Dios, que la oportunidad me surja en una institución diferente a la de donde trabajo, porque si bien es una ventaja tener la plaza en propiedad, nunca he sido mediocre, nunca he sido conformista y quiero mas de la vida, incluyendo un trabajo, que aunque no sea glamoroso, me dé mejores réditos sociales y morales.
Bueno por ahora me despido, tengo claro que debo historias enlazadas en entradas anteriores, pero eso será tarea para una de estas tardes lluviosas donde me iré a una cafetería a escribir y tomarme un capuccino.
Un abrazo a las pocas personas con las que me he atrevido a compartir este blog y nos seguimos leyendo!
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