lunes, 19 de agosto de 2013

Aprender a derrotarse


La vida me ha enseñado (y es una lección que me ha costado aprender), que es importante saber cuando darse por vencido, aprender a derrotarse, tener, como diría San Martín de Porres, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar... pues aunque por convicción personal y formación familiar, soy de las que prefieren morir con las botas puestas y no arrugarse con facilidad, hay momentos donde no tiene sentido seguir en la lucha y lo mas sano, a nivel emocional, es retirarse de la batalla.

 
Tras cinco años como funcionaria pública y casi dos años previos de ser consultora, estoy trabajando en una institución que se dedica, entre otras cosas a informar y supervisar un tema del área social y pese a que existe un Manual Organizativo que debería regir el accionar de toda la institución, resulta que algunos de los procedimientos para informar que son casi que al margen de las competencias de la institución y los informes de supervisión que se hacen, se engavetan. Del otro lado de la acera, otro departamento debe planificar para que otra institución haga esas acciones sociales, pero tampoco hacen caso, el trabajo se hace por la libre, sin determinar sí efectivamente van dirigidas a quien lo necesitan.

Son muchas las situaciones similares que han pasado, todos los esfuerzos por hacer protocolos de trabajo, por organizar la institución y los departamentos, es en vano, hay excesos de poder por la Administrativa y como yo he alzado la voz, lo que hacen es no darme cursos o decir que yo soy la mala de la película, así que poco a poco lo que van consiguiendo es que yo me canse de luchar y vaya asumiendo una actitud "vale verguista", de hecho mi jefe me dice que mejor me quede callada, que no diga nada, que eso me beneficia más que luchar por lo que yo creo y por lo que debería ser la razón de existir de las instituciones públicas, el beneficio colectivo, y obvio que lo hacen para no tener que reconocer lo podrido que está la administración pública, pues creen que una no tiene ni dos dedos de frente.

Precisamente por este cambio de actitud que voy teniendo, pedí vacaciones mañana martes 20 de agosto, así ocupo mi tiempo en un asunto familiar y evito asistir a un focous group de clima organizacional, que sustituye otro que había hecho recursos humanos, que a su vez se asemejaba a los cuestionarios que pasa otro departamento. La chica que hace este nuevo estudio, además de pertenecer ahora a la parte Administrativa, carece de experiencia en recursos humanos propiamente, como para hacer un estudio de clima organizacional y en su momento, pasó por las penurias que pasamos los técnicos acá, pero aunque haga un muy buen trabajo, pese a su no objetividad, su jefa tendrá que revisar el informe y le aseguro que al final, todo quedará en nada.

El doble discurso que manejan las altas autoridades es increíble, incluso tratando de ser objetiva, creo que lo hacen porque no les queda de otra dada su investidura, pero es demasiado difícil para mí escuchar en silencio a las autoridades decir que la institución va muy bien porque colocamos determinada cantidad de ayudas sociales  y porque a prensa nos trata bien… o bien tener las eternas discusiones con un compañero de otra Dirección, cuando me cuenta indignado que en la publicidad sobre todas las amas de casa jefas de hogar, que reciben una ayuda “digna” gracias al excelente trabajo de la administración Chinchilla y que luego sale el logo de la institución que teóricamente supervisamos… él no entiende por qué a mí me parece eso un acto mínimo de sensatez, no entiende que de esa manera las flores o las espinas, según corresponda, las asume quien es por ley responsable de esa ejecución…

Tomando en cuenta todo esto, pero sin perder la perspectiva que los males que aquejan mi institución, no son únicos e incluso pueden ser peores en la administración pública nacional, he expresado mi deseo de trasladarme de institución, porque no se trata de no dar la lucha, es que cuando una sabe que las luchas son inútiles, que nada de lo que hagás logrará un cambio en el sistema, cuando ya es ir más allá de tus propias convicciones, es momento de aceptar la derrota y buscar nuevos horizontes que acaben con mi frustración y eviten que me conviertan en la típica empleada pública, que solamente hace lo que se le ordena y es incapaz de ver más allá de sus narices... ese deseo parece que está a punto de materializarse y mientras tanto, espero poder mantener la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, porque de lo contrario, voy a morir en el intento de cambiarlas y no tiene sentido morir para que otros vivan.

Aceptar las cosas que no puedo cambiar